MI HIJO DE 2 AÑOS NO HABLA
“Mi hij@ de 2 años no habla casi nada… apenas dice 3 o 4 palabras. Es verdad que se hace entender, pero hablar no habla”.
Suelo escuchar esta preocupación muy a menudo.
Y lo primero que les pregunto siempre es ¿tu hijo@ pasa mucho tiempo delante de pantallas?
(y con pantallas nos referimos a televisión, móvil, tablet, ordenador…)
VIVIMOS EN UNA ERA DIGITAL
En nuestra era digital, los dispositivos electrónicos son una realidad, que además va en aumento. Sin embargo, no tenemos aún claras las consecuencias que todo esto pueda tener a nivel de salud física, mental y emocional.
Y en este sentido los niñ@s son especialmente vulnerables porque se encuentran en desarrollo y todo lo que viven repercute e impacta fuertemente en su cerebro, su personalidad, la visión que están formando del mundo y de ellos mismos, etc.
No tenemos claro el impacto real de la exposición excesiva a los dispositivos electrónicos y especialmente a las pantallas. Y no lo tendremos hasta que pasen varias décadas y se pueda estudiar ese impacto en varias generaciones.
PANTALLAS Y ADICCIÓN
Sin embargo, algunos estudios ya van arrojando luz sobre algunos temas.
Por ejemplo, se sabe con certeza que las pantallas generan una fuerte adicción.
El cerebro se siente muy atraído por la luz, el sonido y el movimiento. Se generan hormonas del placer, nos ayudan a desconectar de los problemas, a “descansar” de nuestro ritmo frenético, a evitar el aburrimiento…
Y si esto es así en los adultos; en bebés, niños y adolescentes se da aún de manera más acentuada. Y es que su cerebro es inmaduro, buscan la gratificación, el placer y no tienen aún suficientes herramientas para darse cuenta del daño que puede provocar el exceso de estímulos provocados por las pantallas, ni la voluntad para ponerse límites a algo que resulta tan placentero.
PANTALLAS Y ADQUISICIÓN DEL LENGUAJE
Pero lo que no sabe tanta gente, es que se está demostrando cómo influye en otras áreas del desarrollo de los niños la exposición a pantallas.
En varios estudios se ha visto ya con claridad que la exposición a las pantallas dificulta en el bebé el desarrollo del lenguaje. Y cada vez es un problema más común.
En 2017 se presentó una investigación durante la Reunión de Sociedades Académicas Pediátricas (en San Francisco) liderada por la doctora y profesora de la Universidad de Toronto, Catherine Birken.
En esta investigación se analizaron datos obtenidos de 894 niños entre 0 y 24 meses. Y se pudo observar cómo por cada incremento de 30 minutos que el niñ@ pasaba delante de una pantalla, aumentaba en un 49% sus probabilidades de sufrir un retraso en el habla.
En esta otra publicación de la Academia Americana de Pediatría se exponen los diferentes problemas que se han detectado en relación con el uso excesivo de pantallas, entre las que nombra mayor riesgo de obesidad, menos tiempo de sueño y “retrasos a nivel cognitivo, a nivel socio-emocional y en el lenguaje”, especialmente durante la infancia más temprana.
Es por eso que hace ya tiempo la Asociación Americana de Pediatría recomienda:
- No exponer a los niñ@s menores de 2 años a ningún tipo de pantalla.
- Permitir un máximo de 1 hora diaria a niños entre 2 y 5 años.
ENTONCES…
Si estás preocupada porque tu peque tiene cerca de 2 años y no habla, revisa el tema de las pantallas.
También es cierto que cada niñ@ tiene su ritmo y su propio proceso. Si tu hij@ no está expuesto a pantallas y aún no habla, dale tiempo. O acude a un profesional si realmente ves que puede haber un problema.
Y aquí te dejo otros consejos útiles que pueden ayudar a tu hij@:
- Léele muchos libros y cuentos. La lectura le dará mucho vocabulario y le ayudará a asociar palabras con imágenes o acciones.
- Háblale mientras hacéis actividades cotidianas: puedes nombrarle objetos, explicarle lo que estáis haciendo en ese momento, etc.
- Mira a tu hij@ cuando hables con él. Los bebés se fijan en el movimiento de los labios, que asocian con los sonidos, como parte de ese proceso de aprendizaje.
- Ten en cuenta que las mascarillas o cubrebocas no permiten a los niños ver nuestros labios y expresiones, lo cual les dificulta aún más ese proceso de aprendizaje.