Besos a cambio de caramelos

besos niños

Poco antes de empezar el confinamiento llevamos a nuestra hija a una clase de prueba de un jardín musical para niños de 3 años.  

Cuando la fuimos a recoger, mi marido salió con ella a la calle, pero yo me quedé en la recepción para hacer una consulta. Tuve que esperar porque todos los niños que habían estado en la clase estaban en fila, delante de la recepcionista. Iban pasando uno a uno, ella les daba un caramelo y ellos le daban un beso.

Un niño cogió el caramelo y se dio media vuelta para irse. La recepcionista exclamó “¿¿Y mi beso??”, mientras se señalaba la mejilla. La madre del niño lo cogió por los hombros y le dijo: “dale un beso a Pepita” (por poner un nombre). El niño, de muy mala gana, le dio un beso rápido y se alejó para disfrutar de su caramelo.

Observar esta situación me dejó con una mala sensación. Al parecer era costumbre que ese día de la semana la recepcionista les regalara una chuche. Los niños sabían en qué consistía el trato. Con una mezcla entre alegría y sumisión, se iban acercando a la señora.

No me voy a detener en la maldita costumbre que tienen muchos adultos de dar porquerías llenas de azúcar a los niños (con perdón). Ya podría ser alguna otra cosa que no les perjudicara la salud y nos complicara la vida a los ma/padres que no queremos que nuestros hij@s coman chuches (o coman las menos posibles).

obligar a dar besos

Pero sí quiero reflexionar sobre ese intercambio caramelos-besos.

Señora recepcionista: ¿se ha parado a pensar qué le está enseñando a los niñ@s al pedir besos a cambio de los caramelos? Pues algo así como que el cariño y sus expresiones pueden ser una moneda de cambio que utilizar cuando se quiere conseguir algo. Y que las cosas no se dan gratis, por amor o altruismo. Hay que esperar algo a cambio.

Mamá del niño que no quería dar el beso: ¿se ha parado a pensar qué le enseña a su hijo al obligarle a besar a alguien cuando en realidad no quiere? Pues algo así como que sus deseos y decisiones no valen. Que las expresiones de cariño no siempre son espontáneas ni nacen de un sentimiento, sino que a veces tienen que obedecer a convenciones sociales. Y que vale más “quedar bien” delante de los demás, a ser fiel a uno mismo.

Creo que habría sido mejor decirle “hijo, ¿quieres darle un beso a la señora o prefieres decirle gracias? Si no quieres dar un beso no pasa nada, pero sí tenemos que ser agradecidos”. 

Con esto no pretendo dar cátedra sobre cómo hacer las cosas. Pero creo que sí debemos plantearnos este tipo de situaciones que tan a menudo se dan, y profundizar en ellas. Tendemos a pensar que estos detalles no tienen importancia, pero sí que la tienen.

Los niños están aprendiendo a relacionarse consigo y con los demás, y a situarse en el mundo que les rodea. Ellos desean profundamente encajar, ser queridos y aceptados. Nos observan, analizan y llegan a conclusiones. Sé cuidadoso con estos detalles y detente a pensar qué merece más la pena: enseñar a tu hijo a poner límites y a la vez a ser agradecido, o quedar bien delante de los demás.

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