Nos gusta la palabra “consciente” (por eso forma parte del nombre de nuestro blog). Y nos gusta porque creemos que es fundamental ser conscientes en la vida en general y en la crianza en particular.
Ser consciente, según la RAE es
tener conocimiento de la realidad, de nosotros mismos, de nuestros actos y
reflexiones. Tener conciencia de algo
nos lleva a actuar de un modo u otro. De ahí sacamos recursos, de lo que
conocemos.
Tener conciencia de algo nos empodera
Os pongo un ejemplo. Durante mi embarazo leí e investigué mucho sobre lactancia materna. Gracias a eso sabía perfectamente lo que eran las crisis de lactancia, cuándo y porqué se daban. Y cómo enfrentarlas (si os interesa hablaré en otro post sobre esto).
Ser consciente de todo ello me ayudó a prepararme psicológicamente, a estar tranquila y entender que era un proceso normal por el que debíamos pasar…en definitiva, a estar empoderada frente a esa situación. Y fue tan así que la mayoría de estas “crisis” casi pasaron desapercibidas.
Pero claro, muchos diréis “¿y cuál es la solución? Yo no puedo controlarlo y saberlo todo”. ¡Y tenéis toda la razón! Debemos encontrar el equilibrio.
Claves para una crianza consciente y empoderada
Las siguientes claves os ayudarán a lograr una ma/paternidad consciente y empoderada:
1. Seleccionar aquello que creemos que es mejor para nuestra familia. Eso implica sentarnos a reflexionar acerca de qué es lo que queremos, cuáles son nuestras prioridades, intereses y valores, y qué decisiones tomamos en consecuencia.
Yo por ejemplo decidí que quería hacerme cargo de la educación de mi hija, lo hablé con mi esposo y me apoyó. Aunque eso suponía vivir con un solo sueldo hicimos cuentas y ajustándonos el cinturón era posible. Aquella opción era la que más concordaba con nuestras prioridades, nuestros deseos y nuestros valores
2. Ser abiertos y flexibles. Yo siempre dije, antes de ser madre, que mis hijos dormirían cada uno en su habitación (así lo habían hecho conmigo). Pero cuando descubrí los beneficios del colecho me lo replanteé. Hoy por hoy nuestra hija sigue durmiendo en nuestra cama y ha sido una de las mejores decisiones que hemos tomado.
Puede ser que tengas muy claras algunas cosas, pero date la oportunidad de descubrir nuevas posibilidades. Quizás te sorprendas y encuentres alternativas aún mejores de las que ya habías asumido.
3. Formarse, investigar.Es verdad que muchos no tenemos tiempo para estar horas y horas leyendo e investigando. Pero hoy en día la información está muy a la mano y podemos encontrar muchos sitios webs, revistas, cursos, libros, etc. que son muy fáciles de leer y que van al punto de lo que estamos buscando (si te interesa, en otros posts hablaré sobre mis sitios, libros y expertos favoritos).
Te recomiendo en este sentido que des prioridad a las fuentes fiables y que contrastes con otros medios. Si encuentras algún sitio o blog que te resulte interesante, útil y serio ¡síguelo! Descubrirás muchas cosas que a lo mejor ni te planteabas.
4. Observar. Esta clave es una de mis favoritas y la aprendí leyendo a María Montessori. Observar a nuestros hijos con profunda atención, desde el día que nacen, es fundamental para conocerlos y encontrar la clave de qué es lo que están necesitando.
Dedicar unos minutos al día para centrarnos 100% en lo que hacen y dicen nuestros hijos puede hacer una enorme diferencia en nuestra relación con ellos.
Por ejemplo, cuando mi hija empezó a intentar hablar se le entendía muy poco, así que decidí escuchar atentamente sus balbuceos, en qué contexto los decía, con qué expresión, con qué tono… enseguida descubrí cuales eran esas palabras y qué quería transmitir. Pude entenderla casi perfectamente cuando me “hablaba”. Y a ella esto le proporcionaba muchísima confianza y satisfacción.
5. Probar, ensayar, aprender del acierto y el error. Muchas veces querremos hacer cosas o tomar opciones que son estupendas, pero que por lo que sea no resultan.
Recuerdo que cuando mi hija tenía unos 9 meses yo estaba empeñada en leerle cuentos. Compré un libro con historias muy cortitas, pues sabía que la capacidad de atención es muy limitada a esa edad. Aun así no había manera. Cada vez que empezaba a leer una frase ella intentaba agarrar el libro, darle vueltas, chuparlo.
Aunque había escuchado que leer a tus hijos desde muy pequeños es súper aconsejable, mi hija no tenía ni el más mínimo interés en ese momento. Ella quería explorar, manipular, descubrir. Fue un ensayo. Y del “error” aprendí que debía seguir el ritmo y los intereses de mi hija, y no el mío. Eso no quiere decir tampoco que debes descartar las posibilidades que no han dado buen resultado. Vuelve a probar más adelante y comprueba qué pasa.
6. Invocar nuestra sabiduría parental. Esto puede sonar un poco “pachamámico”, como dirían en Chile, pero es así. ¿Nunca te ha pasado que has tenido las palabras o los gestos necesarios para una persona ante cierta situación, sin saber de dónde venían, sorprendiéndote incluso a ti mismo?
Todos gozamos de una gran sabiduría interior, el problema es que la solemos tener adormecida o sepultada bajo el peso de los quehaceres, el ritmo acelerado, el ruido, la distracción… y un sinfín de cosas que no ayudan a conectarnos con nosotros mismos.
Cuando en la crianza estés ante una situación que te rebasa y no sabes qué hacer, tómate unos segundos para cerrar los ojos, respirar profundo, conectar con tu interior y dejar que surja la respuesta. Créeme, te sorprenderá el resultado.
7. Compartir y aprender de los demás de manera crítica. Sin duda es gracias a la acumulación de conocimientos, y la transmisión de éstos, que hoy en día estamos donde estamos. Escuchar la experiencia, las razones y las críticas de otros ayudan enormemente a ampliar nuestra visión, a descubrir cosas nuevas y a encontrar nuestros propios argumentos.
La regla de oro es nunca tomar una información por absoluta. Debemos ser críticos. Si tu abuela te dice que debes cepillarte los pezones durante el embarazo para endurecerlos y prepararlos para la lactancia, no lo creas sólo porque lo dice ella, que además ha criado varios hijos. Toma su consejo e investiga. Te darás cuenta de que, efectivamente, hace unos años se recomendaba esta práctica, pero hoy está demostrado que no es necesario ni aconsejable.
Una ma/paternidad inconsciente se acaba convirtiendo en una ma/paternidad infantilizada. Cuando nuestros conocimientos son muy limitados y están plagados de mitos o ideas ya superadas, tendemos a abandonarnos ciegamente en manos de aquellos que se supone que sí saben, o a tomar decisiones de las que luego nos podemos arrepentir.
¡Por eso debemos tomar las riendas! Si tu crianza la diriges desde un lugar de empoderamiento, no solo crecerás tú como persona y como ma/padre… también lo harán tus hijos, pues les transmitirás confianza y seguridad, entre otras muchas cosas.
¿Y tú? ¿Te has sentido alguna vez abrumado o sin recursos, o por el contrario, llevas las riendas en la crianza?